El reciente anuncio de una
reforma del Código Penal en España, que prevé introducir la prisión permanente revisable, nos lleva
a reflexionar acerca de cómo juega el lenguaje político con lo temporal y lo perpetuo. Como sucede con el uso y abuso del eufemismo, se trata
de suavizar la realidad, por tozuda que sea.
Y es que está teniendo éxito el
término permanente, lo mismo que la
acepción temporal, a raíz de la
interiorización de la crisis por parte de todos. Recordemos cuando José Luis
Rodríguez Zapatero dio el gran paso y pronunció la palabra “crisis”. Ahí
comenzaron las subidas “limitadas y
temporales” de impuestos.
Así, desde el verano de 2009, cuando
el ex presidente se desligó de sus ataduras, los políticos españoles se han
aventurado en una frenética carrera de ajustes temporales y revisables. De esta manera, el ministro de Hacienda, Cristóbal
Montoro, aseguraba el pasado mes de abril que su Gobierno había subido los
impuestos de manera “equitativa y temporal
hasta que la tempestad amaine”.
Montoro, durante el congreso del PP de la Rioja,
afirmó asimismo: “No vamos a subir impuestos en España, sino a cambiar la ponderación de los mismos para
favorecer el crecimiento y la creación de empleo”. Como se ve, el requiebro
retórico es inherente a nuestros políticos contemporáneos.
Pero en política todo también es relativo. Así, veamos
la singular interpretación que sobre las subidas de impuestos ofrecía a los
periodistas, poco antes de dejar el cargo, el anterior gobernador del Banco de
España, Miguel Ángel Fernández Ordoñez. Y es que advirtió de que “no se puede
descartar que las subidas de impuestos aprobadas con carácter temporal tengan que convertirse en permanentes en el futuro”.
El éxito del lenguaje político, como sucede con el deportivo y el
económico, estriba en que muchas de sus expresiones acaban calando en la sociedad. Sin
ir más lejos, El Corte Inglés ha basado su última política de promoción en “una
bajada permanente de precios”. Y no
ha sido la única empresa. Jazztel también anunciaba esta pasada primavera
un “descuento permanente” en su
cuota del servicio ADSL.
Ejemplos como los anteriores se han ido sucediendo en cascada. No sabemos si,
además de temporales, serán tan “reversibles” como las bajadas de sueldo
que ha aplicado a sus funcionarios el nuevo Ejecutivo autonómico andaluz. Por lo
menos, al equipo de Griñán no se le podrá negar su aportación a lo que
podríamos denominar como el lenguaje
políticamente en crisis.
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