martes, 25 de diciembre de 2012

Ideas para ocultar al Rey cuando el Barça gane otra Copa de España


El Barça está que se sale, el Real Madrid es una ruina y el Athlétic de Bilbao –con un entrenador que apenas levanta la mirada más allá de sus narices– no está para disputarle a Messi la Copa del Rey. Pues como el próximo campeón está cantado, habrá que estudiar de qué manera camuflamos al monarca para que Puyol recoja el trofeo.

Cabe esperar que la Real Federación Española de Fútbol, haciendo honor a su nombre, no oculte a Don Juan Carlos tras un cortinaje más propio de un teatro de poca monta. Sería una buena solución para Artur Mas, ya puesta en práctica durante su toma de posesión como president de ese pequeño país del norte –utilizando la terminología de Guardiola–, pero poco digna para un jefe del Estado español.

Ya puestos, sería mejor un holograma. De esta manera, podría recrearse una fantástica imagen en tres dimensiones en la que también aparecerían José Mourinho, Cristiano Ronaldo, Iñaki Urdangarin y Jordi Pujol. A los dos primeros, les meterían un laser en el ojo y al yerno regio se le vería corriendo junto a Pancho –el perro de la Lotería– con una reproducción de la copa bajo el brazo y perseguido por una jauría de periodistas.

Para acompañar la escena, los Príncipes de Asturias permanecerían incólumes, sin mover un músculo. Por su parte, el honorable ex president, aparecería, junto a Darth Vader y como una suerte de Yoda, sentado sobre un cofre repleto de francos suizos.

Otra opción para entregar la copa, y que quizá fuera más del agrado de Esquerra Republicana de Catalunya, es convertir el palco en un diorama. Así, un inmóvil monarca –con un rictus idéntico al que conserva en el Museo de Cera de Madrid– vería pasar a Xavi e Iniesta. Mientras tanto, Messi, con una barretina en la cabeza, aprovecharía para demostrar a Piqué sus progresos con la lengua catalana.

Una tercera solución sería colocar al Rey en una urna, a modo de Papamóvil. Para ahorrarle el bochorno de escuchar la pitada al himno nacional, además de unos cuantos insultos contra su persona, la mampara estaría insonorizada.

Tras recoger el trofeo, y con el equipo culé listo para la foto de familia, podría aparecer algún stripper envuelto en la bandera de Cataluña y con otra de España en la mano, hecha jirones. Total, ya estamos acostumbrados a todo.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Tras Fofito y el Gordo de los pobres sólo falta que el Rey destierre al yerno


Esperemos que Rajoy tenga razón, por fin, al anunciar que en 2013 las cosas van a cambiar. Y ojalá que la Lotería de Navidad sea la confirmación de que Los Mayas estaban equivocados y que para el final de España aún queda mucho. Porque a Carlos Fabra, que se sepa, no le ha tocado este año el Gordo y, además, el premio ha estado muy repartido. Esto, como principio, es muy esperanzador.

Para mayor satisfacción, los niños de San Ildefonso han regado de millones a parados, empleados de empresas en suspensión de pagos y jubilados escaldados con las promesas del Gobierno. Sí señor, es lo que necesitábamos, una inyección de moral. Y si esto se traduce en dinero contante y sonante, mejor. 

¡Qué bella es la imagen de dos desempleados, Noelia –que trabajaban como asistente en una cadena farmacéutica– y Luis –que se ganaba la vida como electricista–, besándose y sujetando el décimo de Navidad que salvará a su familia de caer al precipicio en Alcalá de Henares! 

Es más edificante, desde luego, que el rictus, entre malhumorado y justiciero, de Andrea Fabra –la hija del ex presidente de la Diputación de Castellón, a quien le tocó hasta siete veces la Lotería– cuando celebraba desde su escaño en el Congreso que Rajoy iba a darle un tajo a la prestación de los parados. 

“¡Que se jodan!, decía la diputada del PP, en una memorable intervención. Habrá que recordárselo hasta que el desempleo no alcance, como mínimo, unos niveles presentables para un país que se permite construir aeropuertos inservibles como el de Castellón, donde una estatua en honor a su padre espera la llegada de los aviones. 

Y también resulta entrañable, y metafórica, la imagen de Francisco Castaño, un olivarero de Jaén que evitará el embargo de su casa con los 400.000 euros del primer premio. El hombre, rebosante de emoción, posaba para los fotógrafos sin disimular la falta de uno de sus dientes. 

Francisco, tras pasar por el Juzgado para evitar el desahucio, podrá igualar su dentadura. Y dejará de estar mellado, como esta España amenazada por la piorrea de sus Autonomías y ese insoportable dolor de muelas llamado Cataluña. 

Como en los cuentos de Navidad, la Lotería ha devuelto la esperanza a los parados, hará más atractivos a los feos y convertirá en princesas a algunas de las muchachas del barrio de El Chorrillo, uno de los más sacudidos por la crisis en la ciudad de Cervantes. 

Ahora, y después de la inyección de moral de Fofito en el anuncio de Campofrío, ya sólo falta que el Rey diga que expulsa de su familia a Urdangarin. Pero, claro, la felicidad no puede ser completa. 

martes, 18 de diciembre de 2012

Empezamos por dejar de fumar y acabaremos por detestar el Gordo de Navidad


Ya no somos compulsivos en el juego, porque este año gastaremos mucho menos en la Lotería de Navidad, dejamos de serlo hace tiempo con el tabaco, aunque en Eurovegas vayan a levantar la prohibición, y vamos camino de aborrecer el sexo.

Los españoles estamos hechos unos zorros, casi tanto como las promesas de Rajoy. Y, para colmo, hemos perdido ese impulso irresistible por escaquearnos del trabajo porque, o carecemos de él o tenemos miedo a perderlo. Si es que hasta el número de empresa para el Gordo de Navidad está en vías de extinción. Y eso que éste es el último año que los premios no tributan a Hacienda.

Hasta hace nada, España se movía por impulsos. Llegaba la Navidad y nos lanzábamos a comprar Lotería. Aparecía un antiguo vecino en Españoles por el Mundo, comiendo salmón y asegurando que Noruega era el paraíso, y se producía un colapso en la embajada. El Barça no dejaba respirar a los rivales y todos nos vestíamos de azulgrana. Parecía que no teníamos remedio.

Pero la crisis se llevó por delante a Zapatero, Ángela Merkel nos dijo a la cara que somos un desastre, hemos dejado de ir al fútbol y hasta el equipo de Messi, al paso que vamos, va a pedir la independencia. 

Urdangarin, un ex del Barcelona, también se movía con un ímpetu voraz hasta que lo frenaron en seco. Más o menos como su suegro, que ha terminado por colgar la escopeta. Porque, pese a pertenecer a la familia real, o tener la sangre más o menos azul, a los españoles siempre nos ha igualado nuestro carácter irreprimible. Incluidas unas primas lejanas del Rey, María Margarita Borbón Dos Sicilias Lubomirska y su hermana María Inmaculada, a las que se relaciona con la trama china de blanqueo de dinero.

Y es que ahora, salvo los nobles y los ricos, que siguen con su obsesión de evadir capitales a través de Nacho Vidal, además de un Gallardón que no tiene límite a la hora de subir las tasas judiciales, aquí hemos perdido las ganas de casi todo.

Aunque siempre nos quedarán nuestras Comunidades Autónomas, que además de llevarnos a la ruina, nos asfixian con más de 65.000 leyes nuevas cada año. Un millón de páginas, nada menos, ocupan las normas aprobadas anualmente por estos Reinos de Taifas contemporáneos. 

Vamos, el equivalente a casi 600 veces el tamaño de Guerra y Paz, el libro de Tolstoi con el que deberíamos dar en la cabeza a más de un presidente regional.


domingo, 16 de diciembre de 2012

España es un Ferrari de segunda mano estrellado y para el desguace


España es como un Ferrari de segunda mano que, al primer día de usarlo, va y se estrella por una carretera de Mallorca. Como le ocurrió hace unos días a Toni Vanrell, un empresario mallorquín que pretendía hacer negocio con el deportivo, a cuenta de los rusos que se pasean por la isla.

Y es que nuestro país no aprende y sigue anclado en la idea de que hay que dar el pelotazo, como sea. Por muchos años de crisis que llevemos a cuestas, la cuestión es hacer dinero rápido y salir quemando ruedas. A ser posible, con una despampanante rubia de copiloto. Y, claro, a toda pastilla, a bordo de un Ferrari, un Porsche o un Maserati. Pero, eso sí, aunque de segunda mano –como el Cavallino rampante del empresario mallorquín por el que le soplaron 150.000 euros– la máquina tiene que ser de primera.

Y ya que estamos de celebración, nada mejor que un macrofestival. Allí, en el aparcamiento VIP, podremos estacionar nuestro último modelo y hacer una entrada triunfal en el recinto. La cuestión es dejarse ver y que nos vean. Porque éste es un país de seis millones de parados, perdido para la causa, donde las apariencias cuentan mucho.

O estás con los que manejan, y tiene que notarse, o te quedas con los pringaos que pagan impuestos y no les devuelve Hacienda, como a Díaz Ferrán, a quien volveremos a ver –más pronto que tarde– montado en su Rolls Royce. 

Los españoles nos hemos convertido en unos mercenarios que bloqueamos la centralita de la embajada de Canadá para cazar un trabajo en Québec, que es la tierra prometida de los independentistas catalanes. Y somos tan chuletas, o inconscientes, que no nos importa saber que allí la temperatura media de enero oscila entre los -8 y -17 grados centígrados.

Antes de marcharnos –si hemos tenido suerte, y chapurreamos algo de inglés o francés– querremos disfrutar de un fiestón electrónico. Da igual que hubiéramos estado la noche de Halloween en el Madrid Arena. Haremos como Javier y Jaime, dos amigos de Cristina y Rocío, víctimas de la avalancha mortal, que declaraban este fin de semana a El Mundo que la vida tiene que seguir. Y que, por ello, planean viajar a Croacia –junto a varios íntimos de las fallecidas– para asistir a otro festival de música electrónica.

Y es que, según reconocen con naturalidad, “no te planteas dejar de salir igual que sigues conduciendo, a pesar de que hay accidentes de tráfico”. Por su bien, y el de otros conductores que circulen en dirección contraria, esperemos que Javier y Jaime no se pongan a los mandos de un Ferrari 458 Spider automático como el del accidentado empresario mallorquín. 

España, desde luego, está para el desguace.

sábado, 15 de diciembre de 2012

España necesita un Chuck Norris y no doce Defensores del Pueblo


En España, un conglomerado regional que se mueve como un boxeador sonado y donde cuatro de cada diez ciudadanos van a ser pobres en menos de diez años, todavía tenemos doce Defensores del Pueblo

Con seis millones de parados, más de 400.000 personas que han huido al extranjero sólo este año y unos 30.000 afectados por el fraude de las preferentes, por citar algunas desgracias, ya resulta grotesca la mera existencia de un Defensor del Pueblo.

Y es que en un país donde acudir a la Justicia se está convirtiendo en cosa de ricos, se desmantela la Sanidad Pública y hay desahuciados arrojándose al vacío, la ciudadanía se siente desamparada. El Síndico de Agravios de la Comunidad Valenciana, por ejemplo, tendría que haberse encadenado a la sede del PP, exigiendo que Carlos Fabra compartiera alguno de sus siete premios de la Lotería con los desfavorecidos. Y tampoco hubiera estado mal que el Síndic de Greuges catalán hubiera suprimido alguno de los 50 viajes que se calzó en dos años, a cuenta del contribuyente.

Por lo menos, nuestros Chuck Norris venidos a menos rubricaron este pasado viernes en Oviedo una declaración conjunta reclamando al Gobierno que apriete las tuercas a los bancos. En la capital asturiana, con el Procurador General del Principado ejerciendo de anfitrión, los doce magníficos pidieron a Rajoy que presione a las entidades bancarias para que renegocien préstamos hipotecarios y ofrezcan alquileres sociales a quienes van a perder su vivienda.

El Defensor del Pueblo de España, cuyos informes no son vinculantes, siempre fue visto con cierta simpatía por los ciudadanos. Así, se ha venido situando al frente de la institución a políticos de perfil conciliador y con prestigio –en el final de su carrera política– como Joaquín Ruiz-Giménez, Enrique Múgica o Soledad Becerril.

Y así, las Comunidades Autónomas, siguiendo esa absurda tradición de duplicar instituciones, fueron incorporando a sus presupuestos hasta doce Defensores. De momento, sólo Castilla-La Mancha ha eliminado la figura y en otras como la Región de Murcia se ha anunciado –ya veremos si se cumple– su supresión en 2013.

La propia presidenta del Gobierno de Navarra, Yolanda Barcina, reconocía hace un par de meses la inutilidad de una institución que, en el conjunto de España, ha costado este año al contribuyente 35,4 millones de euros. De ellos, nada menos que 22,6 millones en gastos de personal. Así, Barcina propuso suprimir su Defensor del Pueblo –también está por ver– “hasta que la situación económica lo requiera”. Vamos, que a la presidenta le faltó decir que si no existe, nadie lo va a echar en falta.

Y es que estos Pepito Grillo de la administración han sido arrastrados por tanto Pinocho que gobierna en España. Total, con Gallardón como ministro de Justicia ya vamos apañados.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Sexo en la oficina


En una España con seis millones de parados, donde mantener un puesto de trabajo es casi una heroicidad, la firma de moda Desigual ha dado en la diana publicitaria. No hay más que ver cómo arranca el video de su nueva campaña: “De este año no pasa. Me acuesto con él y punto…Vale, es mi jefe. ¿Y qué?”. Toda una declaración de intenciones en tiempos de precariedad laboral. 

Habrá que ver lo que dicen los sindicatos y las activistas del feminismo. Pero teniendo en cuenta que Méndez y Toxo no atraviesan por su mejor momento, que el anterior presidente de la patronal duerme a la sombra en la cárcel de Soto del Real y que la crisis aprieta, hay que agarrarse a lo que sea.

Y es que, con casos como el de una licenciada de Madrid, que trabajaba de limpiadora y fue despedida el día después de la última huelga general, es como para echarse a temblar. La damnificada –uno de los 53 de cada cien jóvenes españoles que carecen de empleo– compaginaba, según relata el diario Público, su máster en Terapia de Conducta con un trabajo a media jornada. Un vez que su jefe –del que se desconoce su atractivo– le entregara la fatídica carta en un portal que acababa de limpiar en Alcorcón, Estela –que así se llama la mujer– se reintegró a nuestro ejercito de parados.

También habría que saber si las protagonistas de la campaña de Desigual pertenecen a ese tercio de mujeres –según una encuesta que fue difundida este miércoles– que afirman estar satisfechas con sus relaciones sexuales. Porque, unido al hecho de que ya sólo dedicamos 34 minutos semanales a disfrutar de los placeres carnales, hay que pensar que el mensaje va dirigido al subconsciente de quienes se agarran desesperadamente a un empleo, por precario que sea. Con razón, y desde que la crisis nos zurra sin piedad, se ha ido valorando más el ambiente laboral que el sueldo. Y, claro, si encima se intima con el jefe, mejor.

El caso es que, según el último informe de la consultora especializada en Recursos Humanos Randstad, los españoles somos los europeos que más valoramos el ambiente laboral. Pero es que, además, y como consecuencia del miedo a perder nuestro empleo, salario y conciliación han pasado a segundo plano ante la seguridad. Vamos, que nos agarramos a la nómina menguante como sea.

La campaña de Desigual –su nombre comercial es toda una metáfora– refleja un aspecto más de esta España en proceso de derribo. Porque vivimos en un conglomerado de mini estados que desatiende lo esencial, que son los ciudadanos, y se preocupa por banalidades como el christmas confesional del Congreso de los Diputados.

“A la mierda con todo, tengo un plan… Que me busquen, ¡que la vida son dos días!”. Es otro de los lemas de la campaña de Desigual. Visto el panorama, dan ganar de apuntarse a esta filosofía.
 

martes, 11 de diciembre de 2012

El monólogo como salida universitaria


El futuro de la Universidad Pública en España pasa por convertir las aulas magnas en un teatro y que Paramount Comedy sea una gran sala de grados a la que acudan nuestros doctores para defender sus tesis. Nos lo hemos ganado a pulso. 

Primero por la pusilánime actitud de las instituciones universitarias, que se dejaron llevar durante los últimos quince años –como todo el mundo en este país– por una riada de dinero público. Después, por la endogámica comunidad docente, que ha fomentado el amiguismo, desplazando ese mérito al que tanto apela el Gobierno de Rajoy. 

Ahora que los recortes acucian a los rectores, habría que animar a nuestros universitarios a participar en un certamen internacional de monólogos científicos. Las candidaturas ya se están presentando desde el pasado día 4 y hasta el 31 de enero hay tiempo para apuntarse. Aprovechando que en Madrid hay profesores universitarios que se han animado a impartir clase en la Puerta del Sol no estaría de más que algún catedrático ejerciera de improvisada Eva Hache. 

Así se podría crear, por ejemplo un nuevo programa investigador denominado el Club de la Tragicomedia. Porque melodramático resulta el llamamiento de unos rectores que, en su conjunto, se responsabilizan de un ejército docente. Ahora menguante, eso sí, pero que hace dos cursos alcanzaba la cifra de 100.600 profesores. 

Para 1,3 millones de estudiantes, según los datos oficiales, no estaba nada mal. Así, contando con que todos los alumnos acudieran a las aulas –algo milagroso en el país del absentismo– tocarían a 13 estudiantes por docente. Y resulta que entonces no se quejaba nadie porque, entre otras cosas, las bajadas de sueldo para los funcionarios eran simples nubarrones en el horizonte. 

Dicen los organizadores del concurso de monólogos Famelab así lo han dado en llamar que buscan científicos capaces de relatar historias de ciencia con humor, sin perder el rigor. Se trata, inciden, de crear una comunidad de comunicadores científicos dispuestos a divertir al público. Pues bien, alguno de los rectores que claman contra los recortes –y que este lunes hicieron público un manifiesto– podrían haberse erigido en la nueva voz monologuista de la ciencia. 

Como fuente de inspiración, alguno podría disertar sobre la fregona, celebérrimo invento del aragonés Manuel Jalón, que está en el centro de una nueva derrota del sector tecnológico español. Y es que los alemanes de Vileda han ganado a Spontex la batalla de los mochos con cabezales universales. Una tragedia.

Lo peor del caso es que la empresa española ha hincado la rodilla en nuestra propia casa, con una sentencia del Tribunal Supremo que obliga a indemnizar a los siempre altaneros germanos. Estamos perdidos, como la Universidad Pública española.

domingo, 9 de diciembre de 2012

España crea la subvención escolar al ni-ni, mientras ZP sienta cátedra en Qatar


La penúltima ocurrencia de nuestra clase política se sitúa en Extremadura, donde al Gobierno regional del PP –que se sostiene con el apoyo de Izquierda Unida– no se le he ocurrido otra cosa que pagar a ni-nis, de 18 a 25 años, para que se regeneren y acaben la Secundaria. A 1.000 euros el título, que no está nada mal.

Con iniciativas así, no son de extrañar algunas sentencias como la dictada hace unos días por la Audiencia Provincial de Murcia, que obliga a un padre a pasar una pensión alimenticia a unos hijos que tienen la friolera de 22 y 27 años. Y es que, según el tribunal, “la pretendida independencia económica” y el “acceso a un puesto de trabajo no depende sólo de la edad y el conocimiento” de aquellos. Es todo un acicate, sí señor, para unos ni-nis que han hecho de la apatía un medio de vida a costa de papá y mamá.

La extravagante iniciativa del Gobierno extremeño nace, como siempre, del erario público y tiene un presupuesto de cuatro millones de euros. Faltaría más. Pero lo más grotesco del asunto radica en que el ministro de Educación, José Ignacio Wert –inmerso en esa nueva Ley de Educación que tiene en pie de guerra a media España– ha aplaudido la subvención a los ni-nis de Cáceres y Badajoz para que estudien. Según Wert, contribuye “a mejorar la inserción de los jóvenes y la inclusión social”. Vivir para ver.

Y es que el ministro que se ha “crecido tanto en el castigo”, como dice de sí mismo, amenaza ya con apoyar cualquier excéntrica iniciativa. Siempre que ésta no provenga del Gobierno catalán, claro.

¿Pero no habíamos quedado en que el PP estaba en el Gobierno de la nación para ensalzar los valores del esfuerzo? La solución a nuestros males, desde luego, no es arrinconar al millón de jóvenes que fueron incapaces de obtener una titulación en Secundaria o Formación Profesional y ahora, en su gran mayoría, se encuentran sin empleo. Pero tampoco puede pasar por una nueva subvención.

Pagar 1.000 euros a un mal estudiante, además de constituir un agravio comparativo para muchos jóvenes que sí se han aplicado en los estudios, es un pésimo precedente. Además, viendo la manera como se las gastan nuestros responsables políticos, la idea puede extenderse por toda España. Al tiempo.

Vivimos en un país donde únicamente dos universidades públicas –la Autónoma y la Universidad de Barcelona– se sitúan entre las 200 mejores del mundo. Así, es lógico que Zapatero se haya estrenado como conferenciante en el extranjero en foros tan destacados como Maracaibo (Venezuela), Doha (Qatar) y Asilah (Marruecos). También ha estado, eso sí, en la emergente Brasil.

Las universidades de Estados Unidos, Reino Unido, Francia o Alemania, de momento, tendrán que esperar a nuestro eminente ex mandatario.  

viernes, 7 de diciembre de 2012

Los partidos políticos riegan sus fundaciones con dinero público


Entre las subvenciones que se conceden a sí mismos los partidos políticos y las devoluciones de Hacienda a presidiarios como Díaz Ferrán estamos apañados. Por un lado, el Boletín Oficial del Estado publica hoy que la fundación que dirige José María Aznar recibirá más de medio millón de euros. Por otro, no enteramos de que al anterior presidente de la patronal –desde hace un par de días en la trena– esa Hacienda que somos todos le devolvió 2.052,47 euros por su Declaración de la Renta de 2010. Quién los pillara.

La subvención concedida ahora a la Fundación FAES, del PP, se destinará a cubrir en 2013 los gastos derivados de tres programas de “promoción de la libertad, la democracia y los derechos humanos en los países en desarrollo”. Para una España que, según el último informe de Transparency International, se mueve en los niveles de corrupción de Botswana y algo mejor que Buthan, no está nada mal. 

El caso es que el pasado año, cuando nos veían menos corruptos en el extranjero, se repartían más subvenciones para promocionar la democracia en América, África y Asia. Así, los programas en favor de la libertad que lidera Aznar han sido regados en 2012 con 1.019.000 euros, nada menos. 

Además, a la Fundación Ideas, que dirige el ex ministro socialista Jesús Caldera, también le cayeron 974.000 euros, que tampoco está nada mal cuando se trata de dinero público que sale de un país en la ruina y con seis millones de parados. En 2013, tras los recortes, recibirá por la vía de Cooperación otros 240.000 euros.

La revelación de que Díaz Ferrán, acusado de ocultación de bienes y blanqueo, también se benefició –según informa Público de una devolución de Hacienda que para sí la quisieran muchos contribuyentes, se viene a sumar a este gigantesco sainete español. Y si a esto añadimos que en los Presupuestos Generales del Estado de 2013 se destinan otros dos millones a fundaciones y asociaciones con dependencia de los partidos políticos… Apañados vamos.

Pero, claro, viendo que el promotor de la trágica fiesta de Halloween acusa ahora al Ayuntamiento de Madrid, que preside la esposa de Aznar, de alquilar un recinto que no reunía las condiciones de seguridad, cualquier cosa es posible. Incluso que el ex presidente se lamente, en una entrevista publicada por El Mundo el pasado fin de semana, de que la clase política esté desprestigiada. Vivir para ver.

Aznar debería echar un vistazo en su propia casa y divulgar un poco menos los valores de la cooperación internacional sólo a través de la subvención. De paso, podría buscar para FAES –en coherencia con la línea privatizadora de su partido– financiación que no proceda de las arcas públicas.

Los países en vías de desarrollo y los exprimidos españoles se lo agradeceríamos. El sentido común, al que tanto apela Rajoy cuando le conviene, también.