El pesimismo y el miedo
atenazan a los españoles. Y los culpables
de esa terrible pinza, según el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), son los políticos. Así de claro y rotundo es el
análisis inmediato del barómetro de octubre, cuyo avance se hizo público este
pasado miércoles.
Y es que un 49% de los
encuestados creen que dentro de un año
la situación económica del país será peor que ahora. Además, otro 28% consideran
que nada va a cambiar en un país que
navega a la deriva con seis millones de parados.
Como conclusión, se puede
afirmar que casi ocho de cada diez
españoles no creen que las cosas mejoren. Vamos, como para hacer las
maletas y salir corriendo, decisión que adoptaron –sólo en los nueve primeros meses
de este año– cerca de 55.000 españoles y 365.000 extranjeros.
Si comparamos la desesperanza de los españoles ante su
futuro más inmediato con su opinión de los políticos –quienes legislan, administran
y, por tanto, deciden– vemos como hay una relación causa efecto. De esta
manera, un 75% de los consultados por el CIS creen que el próximo año la situación política del país será igual o peor.
Como se puede comprobar, las cifras del desencanto económico y el hastío hacia los políticos van paralelas. De
ahí, que una iniciativa como el tijeretazo a los coches oficiales, aprobado ayer
por el Consejo de Ministros, habrá
sido bien recibida. Aunque llega tarde, como todas las medidas aprobadas,
primero por Zapatero y ahora desde el Ejecutivo de Rajoy.
El ahorro en vehículos oficiales –según conocíamos ayer– no será muy
sustancial, aproximadamente unos
10,5 millones de euros. Pero se trata de la
primera vez que un Ejecutivo nacional mete la tijera de la austeridad al Parque Móvil del Estado.
La medida adoptada tiene un gran simbolismo, ya que recorta uno de
los privilegios más evidentes de los políticos. Aunque sea poco efectiva, en
cuanto a ahorro se refiere. Sin embargo, resulta
insultante la falta de reacción de nuestros gobernantes ante una crisis que
devora los ahorros de los españoles y ha provocado el desahucio de centenares de
miles de familias.
¿Tenían que transcurrir casi cinco años de crisis para que el Gobierno de turno
cayera en la cuenta de que había que suprimir coches oficiales, aunque sólo
fuera por estética? Sucesos como los acaecidos en el Madrid Arena, donde cuatro muertos no han sido suficientes para que
se produjeran dimisiones inmediatas, no hacen sino apuntalar la idea de que la
clase política es una casta instalada en sus cuarteles de poder. Y, mientras tanto,
España es, en sí misma, un
país desahuciado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario