sábado, 10 de noviembre de 2012

Ningún banquero ha pedido perdón por el drama de los desahucios



Millones de españoles nos sentiríamos reconfortados si un banquero, al menos uno, se asomara ante la opinión pública y pidiera perdón. A título personal, o en representación de un colectivo que –a pulso se lo han ganado– representa todos los males que están acabando con este país llamado España: falta previsión, ambición desmedida y egoísmo.

Después del suicidio de Amaya, una de las últimas desahuciadas –es muy probable que, a la misma hora, otras familias fueran expulsadas de sus hogares–, hemos leído y escuchado las declaraciones de políticos y jueces. Tanto unos como otros han reconocido que había que parar esta desenfrenada locura de los desahucios. Y es que, además de la propia  conciencia, su integridad ya empezaba a correr serio peligro. Para qué nos vamos a engañar.

Hemos tenido noticia, eso sí, de algún gesto, como el protagonizado por Kutxabank, el banco surgido de la fusión de las cajas de ahorro vascas. Esta entidad, según hemos leído en La Vanguardia, suspenderá de “forma inmediata” todos los procedimientos de ejecución hipotecaria hasta que se conozca la nueva legislación en la materia.

La gélida reacción del banco vasco –a través de un impersonal comunicado de prensa– podría haber venido acompañada de algo de esa humanidad a la que apelaba ayer Rajoy. Pero nada.

Tampoco es que sean muy reconfortantes las declaraciones del presidente del Banco Popular, Ángel Ron, quien –según indica Europa Press– ha avisado de que introducir cambios en la ley hipotecaria para paralizar los desahucios podría “premiar” el impago y añadir “dificultades” a la recuperación de la economía”. Ron ha añadido que “lo que se haga, que no perjudique a la inmensa mayoría que paga”.

Como se puede comprobar, mucho espíritu humanitario tampoco hay en estas declaraciones. Aunque no debemos obviar que “en los últimos tres años, Popular sólo ha ejecutado un desalojo y posteriormente procedió a readmitir a la persona afectada”, según asegura el banco a Europa Press. 

Asimismo, informa la agencia Efe que “Bankia ha decidió paralizar tres desahucios en Tenerife, uno de ellos tras una huelga de hambre que ha mantenido durante varios días una de las afectadas” ante una sucursal en la capital tinerfeña. La entidad –cuya nacionalización, por cierto, vamos a pagar a precio de oro todos los españoles– se ha apiadado de la familia tras una reunión celebrada, este mismo sábado, entre representantes del banco y el alcalde de Santa Cruz. Toda una gran muestra de humanidad, desde luego.

Podríamos seguir así, recorriendo la geografía nacional, y no pararíamos de encontrar dramas familiares –con la sangre hirviendo por las venas de los afectados– y la gélida reacción de unos banqueros incapaces de dar una muestra pública de humildad.

Ellos, que han contribuido en gran medida a que España esté sumida en la desesperanza. Los mismos que, habiendo hundido cajas de ahorros que se nutrían de dinero público, han otorgado jubilaciones de oro. Políticos –a derecha e izquierda–, sindicalistas –tampoco dijeron nada desde unos consejos de administración extraordinariamente bien remunerados– y empresarios –que se beneficiaron de créditos blandos– también son culpables del drama.

Algunos han empezado a reconocer sus desmanes. Otros, altaneros y con la jubilación bien asegurada, se limitan a conceder ‘moratorias temporales’ para las hipotecas de algunas familias desesperadas. ¡Qué humanidad tienen los banqueros!

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