viernes, 26 de octubre de 2012

El peligro de asociar suicidio y crisis económica



Un nuevo intento de suicidio, también asociado a la crisis económica, ha adquirido hoy un cierto protagonismo en los diarios digitales. Se trata de un antiguo tabú de la prensa –existía la norma no escrita de obviar a los suicidas para no incitar nuevos casos– que ha pasado a la historia. Y es que, con las redes sociales, es imposible ponerle puertas al campo.

Sin embargo, en este último caso, sucedido en Valencia, ocurre que el hombre que se arrojó –desde una segunda planta– no llegó a perder la vida. Entonces, ¿vamos a publicar todos los intentos de suicidio? Es de suponer, por la salud mental de los lectores, que no. Pero nos hemos topado con un “desahucio”, palabra íntimamente asociada a esta fase de la crisis, como “rescate” o “prima de riesgo.

En este sentido, comentaba esta mañana un lector de El Mundo la noticia del mencionado intento de suicidio: “Ayer un hombre se ahorca, hoy otro se tira por el balcón. La desesperación a la que están llevando a los ciudadanos estos gobiernos matones de la banca es impresentable. En el 29 los que se colgaban de una soga y se tiraban por los balcones eran los banqueros”.

¿Qué nos está ocurriendo? En La Vanguardia podíamos encontrar a principios de este mes una noticia, titulada así: “El suicidio pasa a ser la primera causa de muerte de los catalanes de entre 30 y 44 años”. La información, firmada por la agencia Efe, citaba como fuente a la Federación Catalana de Asociaciones de Familiares y Personas con Problemas de Salud Mental (FECAFAMM). Ésta puso de relieve el trágico dato durante la conmemoración del Día Mundial de la Salud Mental, celebrado en Sabadell.

El presidente de FECAFAMM, Xavier Trabado, apuntaba, asimismo, que hasta 2007, “experimentamos una bajada del número de suicidios, pero desde entonces existe una tendencia al alza”. Señaló también –según recogía La Vanguardia– que “el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años, una tendencia al alza que en la entidad atribuyen en parte al endurecimiento de la crisis económica y al incremento de los casos de depresión”.

El argumento de la sociedad débil, basada en una enseñanza demasiado permisiva y una relajación de los valores, de inmediato nos viene a la cabeza. Pero eso lo dejaremos para otra reflexión. El caso es que suicidios como el de Amanda Todd –la canadiense de 15 años que recientemente se quitó la vida tras colgar un video en Internet donde explicaba el ciberacoso del que fue víctima– o la mujer que se quemó a lo bonzo a finales de agosto en un cajero automático de Barcelona –tan terrible imagen, asociada a un banco hoy es noticia segura– deben hacer que nos planteemos muchas cosas. Incluida la manera de difundir la información.

Y no se trata de coartar la libertad de nadie para escribir aquello que considere que es noticia.

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