domingo, 14 de octubre de 2012

El debate por la independencia silencia el problema de la corrupción



El Ideal Gallego publicaba, este pasado domingo, una entrevista con el concejal de Seguridad Ciudadana y teniente alcalde del Ayuntamiento de La Coruña, Julio Flores, que titulaba con una auténtica declaración de principios del edil: “Entiendo que el ciudadano de a pie piense que todos los políticos somos corruptos”.

En realidad, el concejal –en el contexto de la operación Pokemon– ampliaba de esta manera el abanico de la corrupción: “Si se produce una operación de este tipo donde están imputados políticos, funcionarios y empresarios, con la que está cayendo, entiendo que el ciudadano de a pie diga que todos los políticos somos corruptos, que todos los funcionarios son corruptos y que todos los empresarios son corruptos”.

En un arranque más de sinceridad, el edil coruñés añadía sobre la corrupción: “Me gustaría que no existiese, pero es inherente al ser humano desde el principio de los tiempos y es la triste realidad”.

Como recogía ayer el diario canario La Provincia, recordando una crónica de Claudia Müller, corresponsal del Handelsblatt alemán, “el problema de España es una clase política corrupta, que no persigue como debiera la corrupción, y un exceso de administraciones y enchufados”. Y, como no podía ser de otra forma, los políticos ya se han situado –según el último barómetro del CIS– como la tercera preocupación de los ciudadanos.

De ahí, que resulte cuando menos peculiar la apelación de los políticos catalanes al “objetivo que la ciudadanía ha expresado y que hay que medir”, según indicaba Ernest Maragall en la presentación del manifiesto de Nova Esquerra Catalana. Ese objetivo no es otro que –en palabras de Artur Mas, repetidas de nuevo este fin de semana– el de “avanzar hacia la soberanía nacional”.

El mencionado Mas, en un alarde de grandilocuencia, señaló ayer: “Sólo soy un servidor de una causa histórica que es la libertad y la plenitud nacional de Cataluña”. Todo ello, aderezado con ideas como “construir una mayoría social” y “emplear la radicalidad democrática”. Al menos, dijo que su “misión histórica” no era “mesiánica”.

Y es que ese ‘problema de los políticos’, que tanto inquieta en el conjunto de España, ¿ha dejado de preocupar súbitamente en Cataluña? Resulta difícil creerlo cuando a finales de 2010 ya se mostraba, en un sondeo de la Oficina Antifraude de Cataluña, que un 53,8% de los ciudadanos de esta Comunidad consideraban que “la corrupción había aumentado en los últimos años”. Además, un 60,5% aseguraba que “en Cataluña había bastante o mucha corrupción”.

Pero ahora todo aquello ha pasado al olvido, puesto que los medios de comunicación se centran en cuestiones como el referéndum que piensa convocar Mas –en caso de volver a gobernar durante los próximos cuatro años– y cuya pregunta se ha filtrado que será: ¿Desea que Cataluña sea un nuevo estado de la UE

La lucha contra la corrupción se dejará para otro momento o, sencillamente, se obviará. Todo sea por atender el 'clamor del pueblo y su derecho a decidir'.

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