jueves, 7 de marzo de 2013

Un chándal revolucionario para la izquierda española

 
La izquierda española tiene un problema de identidad tras la canonización en chándal de Hugo Chávez. Y es que el líder venezolano, siguiendo el ejemplo de Fidel Castro, ha puesto de moda el atuendo deportivo. Pero –ahí viene el dilema– con los colores de la enseña nacional.
 
¿Alguien se imagina a Javier Bardem con un chándal que reprodujera la bandera española? El actor norteamericano Sean Penn, que ha alardeado de progresía vistiendo un chándal como el de Chávez, tampoco será ejemplo para Willy Toledo. Una lástima, porque estaría hecho un pincel con el uniforme que diseñaron los rusos para el equipo olímpico español.
 
Gaspar Llamazares, que acude al Congreso de los Diputados con traje y corbata, tampoco parece muy proclive a la moda del chándal. Y eso que complementó sus estudios de Medicina con un máster de Salud Pública en la Universidad de La Habana.

Y no hay constancia de que Cayo Lara, en su primera visita a Cuba hace tres años, alardeara de comunismo con ninguna prenda deportiva. Aunque nunca es tarde para encargar a Nike una chaqueta de chándal con los colores de la República. Seguro que tendría sus seguidores.
 
A Rubalcaba, que fue campeón universitario de 100 metros lisos, tampoco se le ve discutiendo la españolidad del PSC con un chándal patrio. Si acaso a Zapatero, ahora que se ha apuntado a las carreras populares.
 
Y hay que ver cómo se levantaron en armas los detractores de Castro, el ideólogo del chándal, cuando le vieron por primera vez vistiendo una prenda de Adidas, multinacional de la muy capitalista Alemania.
 
Al líder de la revolución cubana, a quien se le permite cualquier cosa desde hace tiempo, le hemos visto recientemente con un chándal de Umbro, marca inglesa que ha acabado en manos de los imperialistas yankees. Tal exhibición se produjo en la Asamblea Nacional, nada menos, acompañando a su hermano Raúl.
 
Otro líder que se ha apuntado al chándal revolucionario es el iraní Mahmud Ahmadineyad, lo mismo que el ecuatoriano Rafael Correa. A Evo Morales, de momento, le va más la moda étnica. Y lo de Cristina Kirchner queda en los pies de Messi.
 
Pero si los argentinos vuelven el año que viene de Brasil con el Campeonato del Mundo la presidenta igual se anima. Garzón, vestido de portero como en los partidos de Proyecto Hombre, sería el complemento ideal.

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