Estamos tan deprimidos que
hasta la marca de preservativos Control
ha tenido que hacer un ERE. Nada
menos que cincuenta trabajadores se van a la calle. Ya, por no venderse, ni
condones. Y ahora va el Ministerio
de Sanidad y anuncia que dejará de
financiar ocho píldoras anticonceptivas que empezó a costear el Gobierno de ZP. Pues sí que estamos buenos.
Aunque para tranquilizar a
las masas, el ministro Wert ya prepara
un código visual que amenaza con devolvernos a los rombos, o algo parecido. Y
no es broma, como diría Rajoy.
Porque el Ministerio de Educación y
Cultura, a través del Instituto de
la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, quiere encontrar la manera
de advertir acerca de aquellos contenidos que pudieran resultar no
recomendables para la infancia.
Pues tal y como están Telecinco y sus congéneres, la pantalla
de la tele –entre corazones y rombos– se va a convertir en una inmensa partida
de póquer. Y viendo en lo que ha degenerado el horario infantil, plagado de
programas basura y cotilleo soez, van a faltar cartas en la baraja del sentido
común.
Aunque después de las
campañas para casar a Epi y Blas,
antes de pasearlos en una carroza del Orgullo
Gay, y sabiendo que en Polonia todavía
insisten en que los Teletubbies son
homosexuales habrá que ver lo que deciden los nuevos censores. Porque cuando alguien
en el Gobierno se pone a pensar hay que echarse a temblar. Y ya, con la Cospedal diciendo que el PP ha hecho un genuino striptease –a cuenta
del obsceno Bárcenas–, cualquier
cosa es posible.
Pues ya puestos, podríamos
empezar por calzarle un doble rombo a los informativos de televisión. A unos,
por la ensalada de violencia y sangre inocente con la que aderezan nuestro
almuerzo. A otros, directamente por mentir al servicio de la política. Y con
Internet, ¿qué piensan hacer? ¿Poner en marcha el modelo cubano? ¿El chino? ¿El
árabe saudí? Igual le piden consejo a Obama,
que de eso también sabe.
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