lunes, 1 de abril de 2013

Rajoy, como la Merkel, debe lucirse en bañador

 
Mariano Rajoy, que nunca se moja por nada, debe lanzarse a la piscina. Y ponerse el bañador como Ángela Merkel, su faro político, para promocionar el sector turístico. Como hiciera Fraga en la playa de Palomares, cubiertas sus vergüenzas con un meyba que hizo historia, el presidente del Gobierno tendría que recorrer ahora la costa española visitando calas y animando los chiringuitos.
 
En Galicia, con un short de Calvin Kleine, Rajoy se pasearía en barco entre Vigo y las Islas Cíes, acompañado del presidente de la Xunta, Núñez Feijoo. Eso sí, libres de narcos y contrabandistas.
 
En Valencia, aprovechando que este año se han quedado sin Fórmula 1, animaría la última semana de junio dándose un baño junto a Rita Barberá. Y es que si hemos visto a la canciller zambullirse con toda naturalidad en las piscinas de la isla de Ischia, frente a la costa de Nápoles, por qué no la alcaldesa valenciana. Junto a Rajoy, en este caso con un boxer más atrevido, Barberá luciría palmito frente a La Albufera, donde Urdangarin pretendía construir un puerto deportivo en pleno parque natural. 
 
Allí, además de revitalizar el turismo sostenible, Rajoy y Barberá darían cuenta de una magnífica paella, la aportación culinaria española más universal. Para acompañar, una sencilla ensalada. Y de postre, algo casero, para dar ejemplo a los seis millones de parados que están a régimen con sopas de ajo y mucha imaginación.
 
El recorrido del presidente podría continuar en Tarifa. Tras dejar a Montoro en el Ayuntamiento –haciéndole una paralela a ese alcalde del Partido Popular que pretende echar hormigón a una playa virgen– Rajoy haría sus primeros pinitos en el windsurf. Embutido en un bañador de surfero, paseando por las dunas con un rejuvenecido Arenas, reivindicaría el turismo más amable con el medio ambiente.
 
También podría aprovechar Rajoy, proclamando las bondades del turismo de interior, para darse un chapuzón en la playa artificial de Valladolid, si es que queda algo después de la crecida del Pisuerga, junto a Soraya, su vicepresidenta. 
 
Logrado el objetivo de vender la industria turística, Rajoy acabaría relajándose en las playas de Marbella, con un Aznar en slip de campeón olímpico y una buena jauría de perros. No vaya a ser que a los periodistas se les ocurra preguntar por la corrupción.

2 comentarios:

  1. Me parece a mí que los políticos se "mojan" poco por el pueblo, aunque eso sí, hacen cualquier cosa por aquello de conseguir una buena instantánea...
    Muy buen artículo, Emilio. Que no nos falle el humor, que en política ya nos falla casi todo.
    Un saludo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto, Rosa, que no nos falte el humor. Eso, de momento, no cuesta. Un saludo!!

      Eliminar