martes, 16 de abril de 2013

Que indulten al maniquí de la Pantoja

 
El Museo de Cera de Madrid ha fulminado a Isabel Pantoja, como en su día hizo con Marichalar. Al ex de la Infanta Elena le sacaron en una carretilla, para que acumulara polvo en un lúgubre almacén. La tonadillera, por lo menos, no ha sufrido tal humillación.
 
Aunque bastante tuvimos con los zarandeos, tirones de pelo y gritos de ladrona que le regaló una representación del pueblo soberano. Ése mismo que eligió dos veces a Zapatero y otra a Rajoy, los dos lumbreras que nos han metido en el túnel de los seis millones de parados y a quienes nadie tiene intención de llevar al cuarto oscuro.
 
Ya puestos, y si querían que sirviera de escarnio para la Pantoja, podían haberla conducido a la galería de los horrores o a la del crimen. En cualquiera de ellas, hubiera compartido espacio con Freddy Kruger, Frankenstein, Charles Manson, Mark David Chapman –el desequilibrado que mató a John Lennon– o Hannibal Lecter.
 
Claro, que eso hubiera supuesto un precedente muy peligroso y más de uno se estaría acordando ahora de Urdangarin, otro ilustre maniquí, que está en la antesala del cadalso museístico desde que lo retiraron –el pasado diciembre– de la sala de nuestra familia real menguante para llevárselo a la galería de los deportistas.
 
Rubalcaba, sin embargo, puede estar tranquilo, puesto que no dejó de ser un simple busto de arcilla al que –tras exponer durante una temporada– destruyeron una vez perdidas las elecciones. Son las ventajas de estar en la oposición.
 
Al no haber visto al muñeco de la Pantoja de camino al depósito, tampoco sería extraño que alguna televisión nos lo mostrara igual que a Lance Armstrong. Y es que la figura del tramposo ciclista fue descuartizada hace poco y metida en una caja, una vez expulsada del Museo de Cera de San Francisco. En el de Madrid quizá esperan al próximo Halloween, con Alaska como maestra de ceremonias, ahora que la cantante también va a entrar en el Museo de Cera.
 
Lo que han hecho con la Pantoja, desde luego, no tiene nombre. Porque Lola Flores,  a la que también condenaron, sigue en el museo. Lo suyo habría sido ponerla –a la espera del veredicto final de Sálvame– junto a la Infanta Cristina, en un apartado especial de mujeres inconscientes.
 
Así, no queda otra que iniciar una campaña para que indulten al maniquí de la Pantoja.

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