jueves, 11 de abril de 2013

Que me apadrine un noruego, por favor


Si un español se encuentra 1.000 euros y los devuelve, además de pensar que está loco, le ponemos un monumento. En Noruega, en cambio, dos adolescentes se topan con un bolso que contiene 467.000 coronas –unos 62.000 euros– y el debate se centra en si deben recibir el 10% que marca la ley. Aunque el dinero provenga de actividades turbias. 

En Noruega, los lectores de la edición digital de Aftenposten, el periódico de Oslo que publica hoy la noticia –incluyendo la foto de uno de los jóvenes– no se extrañan de la cívica devolución. Vamos, que se expresan como honestos nórdicos. 
 
En España, por el contrario, los internautas tiran de sarcasmo. Así, desde que habría que donar la pasta a la Fundación Noos, de Urdangarin, hasta que los muchachos corrieron a devolver el dinero tras ver a Montoro por la tele, se puede leer de todo.

Y es que entre noruegos y españoles hay una distancia sideral. Sobre todo, si pensamos que aquí uno de cada cuatro jóvenes es ni-ni, el triple que en Noruega. Si a esto le añadimos que el paro juvenil alcanza en España un dramático 60% resulta heroico encontrar al buen samaritano que llame para devolver una cartera perdida en la calle.

Nuestra juventud está desorientada. Tanto, que una niña bien de Santiago de Compostela organiza una fiesta de cumpleaños para celebrar su mayoría de edad en una casa rural y la cosa deriva en un aquelarre donde se intenta hacer una hoguera en uno de los baños.   

Y, claro, así es normal que los noruegos se hayan apuntado a la noble tarea de apadrinar niños españoles. En éstas estamos, arrasando negocios rurales mientras decenas de noruegos contribuyen a sostener con 400 euros mensuales a familias españolas, cuyos niños apadrinan como antes hacíamos nosotros con los críos de Biafra o Etiopía.

Con los 62.000 euros que se encontraron los jóvenes escandinavos viven todo el año cuatro familias españolas de lo más común. Así lo decía, en 2012, el Instituto Nacional de Estadística. Y con los sueldos en caída libre va a resultar que la bolsa abandonada en un tren de cercanías noruego es el tesoro de Los Mayas.

Así, pensar que los cafres que destrozaron la casa rural en la fiesta compostelana no son la excepción, sino que la salvajada se está generalizando –según la Guardia Civil– es para echarse a temblar. Y rogar que los noruegos vengan a rescatarnos. Yo, para empezar, pido que me apadrinen.

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