Con lo que
deben los bancos a las comunidades de vecinos –225 millones de euros– y van a
empurar a Paz Vega porque dejó de pagar 3.815 euros,
correspondientes a 18 mensualidades, de un dúplex en Sevilla. Como
sigamos así, Rusia se va a llenar de exiliados cinematográficos.
Y es que
si sumamos los recibos impagados por bancos y cajas a los que adeudan los
propios promotores –por quedarse con pisos sin vender– la morosidad en las
comunidades de vecinos se dispara hasta los 675 millones, según los Colegios
de Administradores de Fincas.
Se trata
de una cifra mareante. Para hacernos una idea, lo que costaron los
aeropuertos fantasmas de Ciudad Real y Castellón, más lo que se lleva gastado en el todavía nonato aeródromo de Murcia. Como propina, a esa
descomunal deuda vecinal se podría añadir el precio final de la segunda pista
del Aeropuerto de San Javier, que se pretende reducir a la mínima
expresión.
Vamos, un
disparate que acabará abonando, en buena parte, el sufrido contribuyente. O
bien los propios vecinos, que tendrán que sufragar a escote lo que dejan de
acoquinar los bancos. En definitiva, pagará el conjunto de los españoles, que
para eso hemos salvado de la quema a lo más granado del sistema bancario tras
costear su rescate a precio de oro.
Y es que
somos un país de rumbosos, donde a pesar de nuestra tercermundista tasa de paro
no tenemos inconveniente en tirar de Smartphone. Así, según revela el
informe La Sociedad de la Información en España, sesenta y tres de cada
cien españoles enganchados a la telefonía móvil tienen un Smartphone.
En Alemania,
locomotora de Europa, sólo un 48% de los usuarios se comunican con un IPhone,
un Samsung Galaxy o similares. Quince puntos, nada menos, separan
a españoles y alemanes –a favor nuestro– en lo que al universo Whatsapp se refiere. Y veintiuno les
sacamos de diferencia en la vergonzosa clasificación del paro, donde
también somos líderes. Vamos, el mundo del revés.
Pues nada,
resulta que en España hay seis millones de habitantes –tantos como desempleados–
que viven literalmente enganchados a Internet, sobre todo a través de
los móviles. O sea, que nos comunicamos más por las redes sociales que en
persona.
Así, no es de extrañar que, en el caso Urdangarin, acabaran
saliendo varios correos electrónicos en los que aparece el nombre de Corinna,
la amiga del Rey. Si es que a los españoles, incluido el primero, nos va la marcha.
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