El ministro de Economía, Luis de Guindos, es otro aguafiestas como Rubalcaba. Porque en un país que va lanzado hacia los siete millones
de parados, sin esperanza y con el Real
Madrid eliminado de la Champions
League, no se le puede quitar a la
gente la ilusión de ver un bin laden.
Y es que tener un billete de
500 euros entre las manos debe provocar un inmenso placer. Aunque sólo sea durante
unos minutos, todos los españoles mayores de edad tendríamos que parpar esa
maravilla, con suavidad.
Para comprobar al contraluz
la marca de agua, apreciando ese fantástico color lila. E intentando sentir con
nuestras yemas sus marcas táctiles, destinadas a las personas con problemas de
visión, en el borde derecho.
El Gobierno, antes de que los quitaran de la circulación, debería
pagar los subsidios de paro, al menos una vez, con billetes de 500 euros. Así,
los que ni llegan a esa cantidad, recibirían –además de la propina– una inyección de optimismo. Eso sí
que daría ánimos a una población alicaída, que hace tiempo dejó de creer en Rajoy.
Vivimos en un país diferente
a los demás y de gente muy rara. Como el propio ministro de Economía, que asegura no haber visto en
su vida un billete morado y dice que no vería mal su eliminación. Pero resulta que hay 108 millones circulando
alegremente por España. Claro, que
también afirman sus compañeros de Gobierno
que la reforma laboral se hizo para dar trabajo. Y así nos luce el pelo.
Siendo equitativos, y dado
que todavía quedan 46 millones de personas en España, tocaríamos a dos bin laden por cabeza. Y aún así
sobraría un buen pico para –cuando los quitarán de la circulación– organizar
una hoguera en cada una de las 17 comunidades autónomas.
En esas gigantescas piras,
viendo cómo arden los maléficos fardos de billetes de 500 euros, purgaríamos nuestras
penas. De paso, echaríamos al fuego contratos de trabajo, letras pequeñas de
hipotecas, clausulas de preferentes y hasta listas electorales. Sería el inicio
perfecto de esa gran catarsis nacional que está por llegar.
Muy bueno el artículo, como no podía ser de otra manera, Emilio.
ResponderEliminarPor cierto, a mí unos cuantos billetes de 500 € se me esfumaron de las manos tal como llegaron a ellas, lo recuerdo bien: era un bonito día de primavera de hace dos años... tras la compra de mi nueva casa. ¡Qué volátiles son y qué efímeros! Si ya lo dijo Calderón:
¿Qué es un billete de 500? Un frenesí.
¿Qué es un billete de 500? Una ilusión,
una sombra, un ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que esos billetes son sueños,
y los sueños, sueños son.
Jejeje, qué divertido. ¡¡Nos vemos pronto!! Saludos!!
Lo tuyo es pura poesía, Rosa. Con tu permiso, no tengo más remedio que plagiar en alguna ocasión tan brillante comentario. Prometo que el plagio será efímero. Además, nunca podría superar el original. Es todo un lujo que leas, y además comentes, alguno de mis artículos. Muchas gracias.
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