jueves, 23 de mayo de 2013

Necesitamos un exorcista que haga horas extras

 
Se desconoce si Wert incluirá el exorcismo, tras su paso por el Congreso, como asignatura optativa para el Bachillerato. Tampoco tenemos noticia de que se baraje su inclusión en la Formación Profesional. El caso es que el Arzobispado de Madrid estudia formar sacerdotes como exorcistas para combatir al diablo.
 
Es lo que tiene un papa mediático como Francisco, que impuso sus manos sobre una persona enferma este pasado lunes y los enloquecidos medios de comunicación ya están buscando liberadores de Belcebú en cualquier parroquia.
 
Cuando no son Los Mayas, es el cambio climático que amenaza con el fin del mundo. Y, si no, aparecen los hombres de negro para que Montoro nos atice con la cruz de los impuestos. Aunque para apariciones, y con Felipe González diseñando joyas, la de Aznar.
 
Si la cosa fructifica y Rouco –el arzobispo de Madrid– se hace con los servicios de un buen exorcista, trabajo no le va a faltar. Hasta la familia de Alfredo Di Stéfano se estará planteando someter a una sesión liberatoria al mito futbolístico, después de que éste anunciara su boda con la secretaria, medio siglo más joven. De paso, el exorcista podría darse una vuelta por el vestuario del Real Madrid que, tras el paso de Mourinho, estará endemoniado.
 
En el Palacio de la Moncloa tampoco les vendría mal una visita del exorcista para que Rajoy, junto a su niña, se libere de una vez y llame a las cosas por su nombre, sin necesidad de hacerlo a través de una televisión de plasma. Incluso el Rey, tras ser ungido por el sacerdote especial, podría visitar Cataluña sin convertirse en un holograma.
 
El propio Urdangarín, tras una vomitona de correos electrónicos, encontraría la paz junto a su esposa. Una vez liberado, regresaría a una nueva ubicación en el Museo de Cera de Madrid, con Marichalar y la Pantoja.
 
Ya puestos, en Televisión Española podrían recuperar al padre Apeles para que, junto al exorcista de Madrid, nos redima de los excesos cometidos durante los años del aparecido Aznar y el gótico ZP. A partir de ahí, que Dios nos pille confesados.

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